
(…) Se acercó hasta el aviador. Estaba inquieto. Tenía el viento zonda en su mirada. Abrió bien grandes sus ojos y con una voz de niño tímido preguntó:
FILÓSOFO_ Señor… señor aviador. ¿Las camas… pueden volar?
El capitán Thomas Moore que masticaba tabaco como un cow-boy de texas le contestó:
CAPITÁN_ Por supuesto muchacho! …
Convecido de que dió una respuesta sensata, el capitán se alejó pensando en eso de que a los locos hay que seguirles la corriente y que quizas debería haberse quedado allí, conversando con aquel lunático; pero convenía seguir trabajando, su “jefe” estaba a poco de arribar al aeropuerto…
Filósofo, por su parte, se quedó en el medio de la pista de aterrizaje contentísimo!!!
Era ésta la confirmación por parte de un experto a una hipótesis que manejaba hacía ya mucho tiempo. (…)
1 comentario:
Es delcioso el aroma poético que brota de sus personajes,aquel loco es más cuerdo que todos nosotros juntos. Es demasiada ternura lo que encuentro en sus letras,
que bueno amigo que lo encontré para que nos digamos la cosas que pensamos. Recuerde que nuestra raza(nosotros los pensadores) es muy poca y se extinque. creo que ya se ha dado cuenta que soy muy curiosa y escarbo en los confines de los blogs de sus amigas. Por cierto muy buena. un abrazo y gracias por sus comentarios.
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