domingo, julio 08, 2007

LA PROSTITUTA DE CLEVELAND ( carta de confesión de Sam Giancana, hombre vinculado al crimen organizado como integrante de la familia Gambino)


Plenilunio, en el mes de las pasas de uva, en el año del pan dulce...


Me acerqué a espiar por la persiana a la prostituta de Cleveland que llevaba a casa del cafishio la pasta de la semana. Una luz tenue que iluminaba el acuario y sus peces de agua dulce, el brillo del paragolpe de un “Ford A roadster mod. 29” aparcado en el garage y el reflejo de un Colt 1911 con mango de plata encima del escritorio fueron la única iluminación que tuve para ver la escena.

La prostituta de Cleveland tomó su cartera, ubicó unos cuantos dólares sobre la mesa, el cafishio los fue contando lentamente, hizo un gesto de aprobación y luego le propinó un abrazo suave… (una muestra de afecto que para una puta desamparada equivale en trabajo a seis servicios completos).

Antes de mudarme, en la estación de trenes, la mujer de la calle más hermosa y profesional que había conocido hasta entonces me despidió llenando de sangre mi boca con un mordisco. Durante mi adolescencia en Cleveland ella me cuidó como a un niño, como a un recién nacido.


Sol radiante, en el mes de las nueces, en el año de los budines…


Cuándo regresé a mi ciudad natal a buscarla por pedido del Don, no tardé mucho en encontrarla… le disparé cuatro tiros cerca de la oreja izquierda, sujetándola del cabello con la otra mano.


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